Se avecina un caso denso, negro y quizás muy gaseoso de grandes proporciones en estas cuestiones petrolíferas macondianas, más por los errores de los criminales, que por la probidad de las personas responsables de administrarlos y vigilarlos.
El silencio ensordecedor en estos días que retumba desde todos los ámbitos del establecimiento de los hidrocarburos en nuestro país se parece mucho a la frase del obispo Desmond Tutu que advertía: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”, por aquello de esperar y no tomar posición alguna, mientras a ver que sucede y luego acomodarse.
Lo anterior con respecto a las evidencias periodísticas el pasado domingo que divulgó una investigación del canal Caracol sobre un caso de criminalidad organizada, donde durante los últimos cuatro años, las autoridades estadounidenses y las colombianas, siguen el rastro a un entramado de alto nivel que habría logrado exportar petróleo venezolano usando la infraestructura de Ecopetrol, que se declaró victima en el caso, evidentemente.
Ahora bien, con excepción de Odebrecht y su política organizacional planificada en los niveles jerárquicos de decisión para cometer crímenes, defraudando los recursos públicos en la mayoría de los países latinoamericanos, con la probada concusión, concierto para delinquir y otras tipificaciones penales que infringieron en cada país; desde la perspectiva del resultado, logrando su cometido con indicadores altamente eficientes, a partir de un común denominador, que preliminarmente y en su planificada corrupción, verificaron en la práctica, que más allá de las instituciones, corporaciones y demás, son los funcionarios en cargos clave, altamente proclives a enriquecerse en condiciones relativamente simples.
Otro factor vulnerable que los criminales saben y capitalizan consiste en manipular una aparente complejidad técnica y administrativa que está vinculada al proceso que intervendrán. En sí mismo, el “negocio” de los hidrocarburos es un ejemplo de entramado de múltiples entradas y salidas, conexidades, transversalidades y demás argucias que tienden a enmascarar por partes, manteniendo un conveniente rompecabezas para resolver y además mejorándolo continuamente.
Para explicarlo en términos sencillos, lo que ocurre con los hidrocarburos, se enuncia como etapas -flujos en las actividades principales que se encadenan desde la exploración-producción (upstream), pasando por el almacenamiento-transporte (midstream) y, finalmente, la refinación-comercialización (downstream). Surgen algunas coincidencias en el cabo suelto que determinó el origen a la “Operação Lava Jato” o de “Lavado a presión”, que ocurría en un lugar donde lavaban los vehículos, que además era un centro de reunión inusual para planificar y verificar el accionar de Odebrecht y sus aliados criminales, donde también participó la estatal Petrobras, a través de su presidente corporativo, según se estableció al final de la investigación.
Uno de los cabos sueltos para los “Lavadores de petróleo” a la colombiana, fue un audio conocido por las autoridades, donde el representante de la empresa Gunvor, instruye sobre la necesidad de tener un manifiesto de carga con la denominación de ”residuos de hidrocarburos” para presentar a las autoridades del transporte vial en caso de solicitarlo, pero advirtiendo tener precaución de no hacerlo con la planta de destino en Vasconia, a quienes sí deberían presentar el verdadero manifiesto donde se registra el transporte del crudo. Este primer informe de la investigación periodística es un abrebocas o mejor aún, una de las “puntas de iceberg” que correlaciona en principio dos de las tres áreas o flujos del negocio petrolero, pero que luego veremos que implica a todo el conjunto.
En un mundo globalizado y tecnológicamente robusto, es curioso que el registro de insumos como el petróleo crudo se realice en el papel como otrora en el siglo XX. Muy conveniente este sistema obsoleto de control al mejor estilo del inspector Clouseau, quien, a pesar de su infinita torpeza, terminaba descubriendo por casualidad a los bandidos, debido a un error inusual que estos cometían.
A propósito del registro físico en materia de hidrocarburos, esta situación de los “lavadores de petróleo”, deja en evidencia un espectro muy amplio a merced de la divina providencia y expuesta a las organizaciones criminales de cuello blanco, sobre millones de barriles de petróleo y pies cúbicos de gas que se producen, almacenan, transportan, refinan, liquidan para regalías y comercializan mensualmente; para los cuales el tiempo real no existe, solo un pasado imperfecto en riesgo de la conciliación de múltiples bases de datos, que periódicamente se van consolidando en formas ministeriales en papel, creadas desde el siglo pasado y de las cuales laboriosamente distintos operadores y muchos jefes de toda índole, revisan incansablemente en cortes de cuentas mensuales, bimensuales e incluso trimestrales, para ir allegando a las entidades que agencian los hidrocarburos y que salvaguardan estos datos, adecuadamente presentados posteriormente en archivos electrónicos, alimentados y evidentemente revisados nuevamente y con el debido cuidado, de su fuente original en papel puro y duro.
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