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Los sueldos en el sector petrolero colombiano suelen asociarse con altos incrementos, pero datos recientes demuestran que los aumentos no han sido tan elevados como muchos creen. En este artículo analizamos cifras, tendencias y percepciones para entender la verdadera evolución de los salarios en la industria del petróleo y gas.
Panorama salarial actual en petróleo y gas
En Colombia, el sector del petróleo y gas ha experimentado repuntes importantes en producción y exportaciones durante la última década. Sin embargo, la narrativa generalizada afirma que los salarios de los trabajadores en upstream, midstream y downstream han crecido de forma significativa. Este artículo revisa críticamente esa percepción, contrastando cifras reales con expectativas del mercado y políticas energéticas recientes.
Analizaremos reportes de la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas (ACP), la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) y otras entidades del sector para concluir si realmente los trabajadores petroleros han recibido los aumentos salariales que reflejarían un mercado en auge.
Colombia cerró 2023 produciendo aproximadamente 779.000 barriles diarios de crudo, según datos de la ANH. Esto supuso una recuperación respecto a los niveles de pandemia y una reactivación de actividades exploratorias, especialmente en el Magdalena Medio y los Llanos Orientales. No obstante, el impacto directo de este crecimiento en los ingresos laborales de los técnicos, ingenieros y operarios ha sido desigual.
Aunque Ecopetrol, en su último informe anual, reportó utilidades acumuladas cercanas a los 27 billones de pesos, los trabajadores no han obtenido aumentos proporcionales a este indicador, especialmente fuera de la nómina directa de la compañía estatal.
Las grandes operadoras del sector upstream, como Ecopetrol y algunas empresas extranjeras, ofrecen paquetes salariales sólidos. Sin embargo, muchas empresas contratistas que actúan en el midstream y downstream funcionan con modelos de remuneración basados en costos operativos reducidos.
En múltiples regiones, la falta de una negociación colectiva efectiva limita la posibilidad de ajustes acorde con la rentabilidad sectorial o con los estándares internacionales fijados por entidades como la Ipieca o la IEA.
El mito del salario alto y garantizado en el sector hidrocarburos no aplica por igual a todos los eslabones de la cadena. Diversos factores estructurales y coyunturales explican los modestos incrementos salariales frente a la percepción pública.
Según Campetrol, uno de los principales problemas en la dinámica laboral del sector está en la alta tercerización. Más del 65% del personal en actividades de perforación, transporte y distribución es subcontratado. Esto hace que los aumentos salariales dependan más de contratos marco que de decisiones empresariales directas.
A pesar del repunte en niveles de producción, el sector enfrenta incertidumbres asociadas a la moratoria de nuevos contratos de exploración, anunciada parcialmente por el Ministerio de Minas y Energía en 2023. La baja en la firma de nuevos bloques limita inversiones a largo plazo y enfoca las operaciones actuales en maximizar eficiencia, no en expandir nómina o incrementar salarios.
Aunque el precio internacional superó los USD 100 por barril en 2022, la volatilidad posterior —marcada por la política de la OPEP y tensiones geopolíticas— ha hecho que muchas empresas prioricen capitalización y reservas por encima de mejoras en la masa salarial. La rentabilidad no necesariamente se ha traducido en aumentos sostenibles para el recurso humano.
Una revisión del Observatorio Laboral del ACP indica que el ingreso promedio mensual en 2023 para operarios en campo fue de $3.8 millones, mientras que para ingenieros senior fue de $9.2 millones. Si bien son valores superiores al promedio nacional, los ajustes frente a 2022 fueron apenas del 5.7% en promedio, lejos del IPC acumulado.
Además, el 74% de los trabajadores indican que los bonos de productividad han disminuido significativamente frente a 2019. Esto se asocia a mayores exigencias operativas sin un correlato económico directo.
Adicionalmente, datos de ACIPET advierten que los jóvenes profesionales recién graduados se enfrentan a un entorno de altas barreras de ingreso y salarios iniciales estancados en torno a los $3 millones, pese a las exigencias técnicas del sector.
La ACP ha reiterado en declaraciones públicas que el sector genera más de 100.000 empleos directos e indirectos en Colombia, con estándares superiores al resto de la industria extractiva. No obstante, ha reconocido que "el entorno internacional adverso y la presión sobre costos obliga a enfocar inversiones en sostenibilidad operativa más que en expansión de nómina".
Por su parte, la Ecopetrol ha compartido en sus informes sociales que el 98% de sus trabajadores tienen contrato directo y estabilidad laboral. Sin embargo, esta cifra no representa a las decenas de compañías contratistas en las que el régimen laboral es más flexible y menos remunerativo.
La UPME y la CREG han centrado su análisis en la transición energética, con un enfoque que prioriza energética sostenible, dejando en segundo plano la discusión salarial en el sector fósil tradicional.
La discrepancia entre los indicadores económicos del sector y la evolución salarial real plantea la necesidad de acciones coordinadas para lograr una compensación más equitativa. Algunas ideas clave incluyen:
En un contexto de transición energética y presiones globales, Colombia debe priorizar no solo la extracción eficiente, sino también la equidad en el reparto del valor creado. Si bien los salarios en petróleo y gas son formalmente altos respecto a otros sectores, el crecimiento no ha sido tan lineal ni generalizado como se supone.
Una revisión de las políticas laborales y de contratación en todos los eslabones de la cadena—desde upstream hasta downstream—puede ser clave para asegurar que el sector contribuya de manera sostenible y justa al desarrollo económico del país.
Comparación de incrementos salariales frente a otros sectores
En el imaginario colectivo, trabajar en la industria del petróleo y gas en Colombia equivale a obtener sueldos elevados que crecen constantemente. Sin embargo, aunque esta percepción tiene fundamentos históricos, los datos más recientes muestran que los salarios en el sector energético no han crecido tanto como se cree, y menos aún si se comparan con la inflación o los niveles de inversión extranjera. En este artículo analizamos las cifras, factores estructurales y perspectivas que explican este fenómeno en segmentos como upstream, midstream y downstream.
Según el más reciente informe de la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas (ACP), el salario promedio en el sector de petróleo y gas en Colombia fue de $6,2 millones en 2023. Aunque esta cifra es más del doble del promedio nacional ($2,6 millones, según el DANE), representa un aumento real acumulado menor al 7% desde 2019, una cifra inferior al incremento de la inflación en ese mismo periodo, que superó el 20%.
Este estancamiento salarial contrasta con la recuperación de los precios internacionales del crudo desde 2021. Entre enero de 2021 y diciembre de 2022, el Brent pasó de US$51 a más de US$80 por barril. No obstante, esa bonanza no se trasladó en forma equivalente a los salarios, ya que las empresas enfocaron los ingresos adicionales en amortizar deudas, recuperar operaciones suspendidas en pandemia y migrar progresivamente hacia soluciones más sostenibles.
Respecto a América Latina, Colombia se ubica por debajo de países como Argentina y Brasil en remuneración media dentro del segmento upstream, especialmente en perfiles técnicos como peritos de perforación o geólogos de producción. Una de las causas es el marco regulatorio y ambiental más estricto que, aunque positivo desde la perspectiva sostenible, implica mayores costos operativos.
Organismos como la Agencia Internacional de Energía (IEA) han señalado que la transición energética condicionará la inversión en países emergentes. En Colombia, las nuevas exigencias del Ministerio de Minas y Energía (MinEnergía) para licenciamientos ambientales y consulta previa han dilatado proyectos, afectando la creación de nuevos empleos bien remunerados.
Un hecho relevante en la dinámica laboral del sector es el aumento de contratos temporales. De acuerdo con Campetrol, durante 2022 más del 42% de los trabajadores empleados en operaciones upstream en áreas como el Magdalena Medio estaban vinculados mediante terceros. Esta tercerización reduce las cargas prestacionales para las empresas, pero también limita significativamente los incrementos salariales sostenibles para los trabajadores.
La adopción de tecnologías para mejorar la eficiencia ha reducido la necesidad de personal en ciertas tareas especializadas. Por ejemplo, en operaciones de bombeo, supervisión remota y logística, el personal técnico ha sido reemplazado por sensores y controladores digitales. Aunque estos avances son beneficiosos para las metas de productividad, también han contenido la presión al alza en los salarios, concentrando mayores ingresos en una menor cantidad de trabajadores de alta calificación.
Los profesionales en exploración y producción (técnicos sísmicos, perforadores, reservas) aún conservan niveles de ingreso relativamente altos. Sin embargo, la menor aprobación de bloques exploratorios por parte de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), sumado al congelamiento de nuevos contratos desde 2022, ha retraído las expectativas salariales en este segmento.
En el segmento de transporte y almacenamiento, donde operan empresas como CENIT (filial de Ecopetrol), los aumentos salariales han sido marginales. Los empleados de estaciones de bombeo y operadores de válvulas perciben sueldos promedio de $4,5 millones mensuales, con ajustes anuales generalmente alineados al IPC y sin bonos variables significativos.
En refinación y distribución, donde se ubican empresas como Reficar y Petrobras, los salarios presentan un perfil más modesto con promedios cercanos a $3,5 millones. Sin embargo, este subsegmento tiene un mayor volumen de empleo y una menor rotación, convirtiéndolo en el principal absorbente de técnicos e ingenieros jóvenes recién egresados.
Esto significa que muchos trabajadores jóvenes o vinculados a operaciones contratadas viven una realidad muy distinta de la idea de riqueza asociada al petróleo. La estabilidad salarial no es homogénea y está condicionada por múltiples factores macroeconómicos, políticos y tecnológicos.
La industria se enfrenta a un proceso de transformación profunda. La Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleos (ACIPET) ha instado a repensar los esquemas de formación académica e incentivos laborales, anticipando una demanda creciente de perfiles vinculados a hidrógeno verde, biocombustibles y gestión ambiental. En este contexto, los salarios en el core tradicional del petróleo tenderán a estabilizarse o incluso disminuir en términos reales, mientras crecen las oportunidades en líneas híbridas de energía.
Por su parte, la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME) proyecta que hacia 2030 al menos un 25% del empleo energético nacional provendrá de fuentes no convencionales (FCER), lo que obligará a transformación del recurso humano y la reconfiguración de las escalas salariales en el sector tradicional.
Si bien los ingresos en petróleo y gas siguen estando entre los más competitivos del mercado colombiano, las señales de cambio son claras. Para quienes ya están en el sector o desean ingresar, es clave:
En síntesis, el auge salarial del petróleo en Colombia ha sido más moderado de lo que reflejan los mitos. La estabilidad, más que la bonanza, parece ser el nuevo paradigma en la industria energética del país.
Percepción vs. realidad: ajustes y expectativas
El imaginario colectivo suele asociar el sector de hidrocarburos con salarios elevados. Sin embargo, los datos recientes sugieren que los ingresos de los trabajadores del petróleo y gas en Colombia no crecieron tanto como se piensa. A pesar del repunte en los precios internacionales del crudo entre 2021 y 2023, los aumentos salariales fueron modestos.
En este artículo exploramos las razones detrás de este fenómeno, analizando cifras actualizadas, factores de mercado y decisiones políticas. También explicamos cómo impacta esta situación a las operaciones upstream, midstream y downstream del sector.
Según el más reciente Boletín Económico de la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas (ACP), en 2023 el sector generó cerca de 91.000 empleos directos e indirectos, cifra similar a la reportada en 2022. Sin embargo, los salarios promedio en la industria no reflejaron un alza proporcional al incremento en los ingresos por exportaciones.
Mientras que el precio promedio del barril Brent pasó de USD 71 en 2021 a USD 101 en 2022, el crecimiento salarial promedio apenas superó el 7%, apenas por encima de la inflación del año, que fue de 13,12% según el DANE. Esto implica una pérdida relativa del poder adquisitivo en varios perfiles ocupacionales del sector.
El estancamiento fue más notable en el segmento upstream, que abarca exploración y producción. Según la ACP, los técnicos de campo y perforación experimentaron aumentos mínimos de entre el 3% y 5%, y algunos contratos de operación no incluyeron indexación salarial por inflación.
En contraste, cargos especializados en ingeniería de reservorios y gerencia de proyectos sí mostraron ajustes superiores al 10%, impulsados por la alta demanda de talento en zonas no tradicionales como el Piedemonte llanero y el Caribe offshore.
Aunque el sector tuvo márgenes favorables durante el ciclo alcista del crudo, varias condiciones internas limitaron los incrementos salariales sostenidos. Entre las más relevantes se encuentran:
Estos factores redujeron la disponibilidad de caja para incrementar salarios o contratar nuevo personal, especialmente en empresas medianas del segmento midstream que operan infraestructura de transporte.
Colombia aún presenta una brecha salarial frente a países productores comparables en América Latina. De acuerdo con datos del International Energy Agency (IEA), el salario base mensual de un operario técnico en el sector oil & gas en Colombia ronda los COP 5 millones, mientras que en Perú puede ser de COP 6,5 millones y en Brasil, superior a COP 8 millones equivalentes.
Esta diferencia afecta la retención de talento especializado, especialmente en perfiles con experiencia internacional en estructuras offshore, logística midstream y optimización de plantas downstream. La ACIPET advirtió que Colombia necesita actualizar sus estrategias de formación continua y establecer compensaciones competitivas para no perder personal clave hacia mercados como Estados Unidos o Canadá.
La disminución en la firma de contratos de exploración y producción afectó directamente la contratación de nuevas cuadrillas de perforación. La situación en 2023 fue distinta a la de 2019, cuando se firmaron 31 contratos; en cambio, durante 2022 y 2023 no se asignaron nuevos bloques, según la ANH.
Esto frenó la contratación de personal operativo, dejando salarios sin mayores ajustes. Por ejemplo, un jefe de taladro con cinco años de experiencia en campos de los Llanos orientales podía ganar COP 12 millones mensuales en 2021. En 2023, su salario promedio recién superaba los COP 13 millones, ajustado principalmente por negociación individual más que por política sectorial.
El sector de transporte y almacenamiento de hidrocarburos mostró mayor resistencia. Algunas empresas de transporte por poliductos ajustaron salarios en mayor proporción, especialmente para supervisores y técnicos de mantenimiento SCADA. La inversión en digitalización operacional empujó salarios hasta un 12%, especialmente en zonas como Coveñas y Barrancabermeja.
Los ingenieros de procesos en instalaciones como la Refinería de Cartagena (Reficar) y la de Barrancabermeja fueron los que más vieron ajustes salariales dentro del segmento downstream. En contraste, cargos administrativos y logísticos en estaciones de servicio registraron aumentos menores al 4% en promedio, por debajo incluso del índice inflacionario.
El control de costos ha sido una prioridad para las operadoras y prestadoras de servicios petroleros. Sin embargo, el rezago salarial impacta la productividad y eleva la rotación de personal calificado. Para mitigar estos efectos, se proponen las siguientes acciones:
Además, generar una mayor articulación con programas de formación de la UPME en transición energética garantizará líneas de carrera más sostenidas para los profesionales jóvenes.
La percepción de que los trabajadores del sector petrolero en Colombia reciben aumentos salariales sustanciales no refleja la realidad. Aunque algunos perfiles especializados evidenciaron mejoras, la mayoría evidenció ajustes por debajo del costo de vida. Las decisiones de política energética, como la transición hacia fuentes limpias, obligarán a redefinir esquemas de compensación atractivos dentro del sector convencional.
Para las empresas, mantener su competitividad pasa por modernizar su estructura salarial e invertir en formación técnica. Para los trabajadores, adquirir conocimientos en digitalización, energías complementarias y análisis de datos abre puertas a mejores condiciones laborales, dentro y fuera del sector oil & gas.
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