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Contexto energético: Dependencia y retos del modelo actual
Colombia atraviesa un momento crítico en materia energética. Las reservas probadas de gas natural alcanzan apenas para seis años, según la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH). Este panorama ha incrementado la dependencia de las importaciones, con precios internacionales que encarecen la generación eléctrica y afectan directamente al consumidor. Como resultado, los hogares enfrentan tarifas más altas, mientras el Estado asume una mayor carga fiscal para subsidiar los combustibles.
Ante esta realidad, el fracking emerge como una herramienta complementaria para asegurar el abastecimiento de hidrocarburos en el corto y mediano plazo. Esta técnica permitiría acceder a vastos recursos no convencionales, especialmente en cuencas como el Valle Medio del Magdalena. La UPME estima que la exploración mediante fracking podría evitar el desabastecimiento y reducir la necesidad de costosas importaciones desde 2026.
Esta mayor producción interna fortalecería la autosuficiencia energética del país y generaría recursos fiscales adicionales a través de regalías e impuestos, esenciales para programas sociales. Además, la actividad upstream del fracking dinamiza economías locales y fomenta empleo en zonas rurales.
Entre los beneficios económicos de explotar hidrocarburos no convencionales destacan:
Mientras se consolidan proyectos renovables, que enfrentan atrasos según el MinEnergía, avanzar en fracking puede representar un alivio tangible para los bolsillos colombianos.
El fracking como solución: Datos y potencial de incremento fiscal
El desarrollo del fracking en Colombia podría incrementar de forma notable la producción nacional de hidrocarburos, reduciendo la dependencia de las importaciones. Según la EIA, en Estados Unidos más del 60 % del crudo y gas natural proviene de yacimientos no convencionales mediante estimulación hidráulica. Esta experiencia demuestra que con regulación adecuada, la técnica puede aplicarse de manera segura y eficiente.
Para Colombia, expandir el portafolio de producción mediante fracking representa una oportunidad de fortalecer los ingresos fiscales. Con mayores niveles de extracción, se generarían flujos adicionales por concepto de regalías, lo que permitiría alimentar presupuestos para infraestructura, salud y educación. Según proyecciones de la MinEnergía, los yacimientos no convencionales podrían añadir entre 4 y 6 billones de pesos en regalías anuales, dependiendo de las condiciones del mercado y la escala del desarrollo.
Además, el incremento en la oferta de gas natural permitiría reducir su precio doméstico. Esto beneficiaría tanto a las industrias que dependen del gas como a los hogares en todo el país, especialmente en regiones del interior donde el costo actual es más elevado. La Unidad de Planeación Minero Energética (UPME) identifica al fracking como una herramienta con potencial para estabilizar la matriz energética y reforzar la confiabilidad del sistema.
Entre los principales beneficios asociados al fracking en Colombia se encuentran:
Estas ventajas hacen del fracking una alternativa estratégica que merece ser valorada en el contexto energético y económico nacional.
Impacto social y económico en los hogares colombianos
Decirle sí al fracking significaría reducir los precios del gas natural y derivados para millones de colombianos. Al producir combustibles localmente mediante técnicas no convencionales, se disminuye la dependencia de importaciones costosas y vulnerables a la volatilidad internacional, como la registrada por la IEA en su informe de energía global 2023. Hoy, con importaciones en ascenso, el país paga precios más altos por el GLP y el gas natural licuado, afectando el costo de vida y la competitividad industrial.
La UPME proyecta que la demanda de gas crecerá en sectores clave como el transporte y la generación eléctrica. Si Colombia desarrolla reservas no convencionales mediante fracking en cuencas como el Valle Medio del Magdalena, reduciría los costos de transporte y procesamiento (midstream), lo que aliviaría los valores en las facturas mensuales de hogares y empresas. Esto tendría un impacto directo en la inflación sectorial y en la sostenibilidad operativa de miles de pymes.
Además, los ingresos fiscales generados por esta actividad permitirían fortalecer programas sociales y aumentar las transferencias territoriales. Según la ANH, hasta el 70 % de las regalías pueden destinarse a inversión social y desarrollo regional. Este efecto multiplicador es crucial en un contexto donde el déficit fiscal limita la capacidad del Estado.
Entre los beneficios esperados se incluyen:
Avanzar en proyectos de fracking bajo altos estándares ambientales permitiría blindar al país de choques externos sin comprometer la sostenibilidad.
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